Es muy habitual que los niños entre los 2 y los 5 años tartamudeen porque su pensamiento va más deprisa que la fluidez del habla y les cuesta arrancar cuando inician el dialogo. Aún están aprendiendo las habilidades del habla y del lenguaje y les cuesta ordenar su discurso.
En estas edades están adquiriendo un vocabulario para expresar sus deseos y poder nombrar los objetos y las acciones.
A partir de los 18 meses empieza a resurgir el “pensamiento simbólico” que no es otra cosa que la capacidad para representar mentalmente los objetos (tener una imagen mental) así como de las acciones; es decir van teniendo ”pensamiento”.
Suele manifestarse en los niños muy habladores que desean expresar muchas ideas y les cuesta ordenar las palabras y elegir la adecuada a su pensamiento.
Muchos asocian a esta dificultad movimientos corporales como cerrar los ojos, apretar los labios, mover el cuello o las manos para ayudarse cuando se bloquean.
También influye la situación afectiva de pequeño, el sentirse poco atendido por los padres, el nacimiento de un hermanito, los celos y envidias que esta situación provoca, el cambio de domicilio o casa…todos estos cambios pueden crearle ansiedad y lo reflejan en el habla.
¿Qué actitud deben adoptar los adultos frente al tartamudeo?
1º.-La actitud de los padres y personas que están con el niño debe ser relajada y paciente y nunca anteponerse al niño diciendo la palabra que intenta expresar. Hay que esperar tranquilamente a que sea él el que se desbloquee y pueda seguir con su discurso.
2º.-Hay que escuchar con atención cuando el niño habla y concentrarse en el contenido del mensaje, en lugar de responder a cómo lo dice o interrumpir al niño.
También hay que inculcarle que debe esperar a ser escuchado cuando los adultos están hablando. “Ahora estamos hablando, cuando termine, te podré escuchar”.
3º.- Esperar a que diga la palabra que tiene en mente y no terminar la frase del niño. Muchas veces tendemos a adelantarnos para relajar al niño y lo que conseguimos es ponerle más nervioso porque se da cuenta que él “no puede hacerlo solo”. Se le debe hablar con serenidad, dejando espacios para que pueda expresarse y esperar a que pueda expresarse sin acelerarle con nuestra ansiedad ansiosa.
4º.- Todos los adultos que comparten la vida del niño deben tener una misma actitud y deben mostrarse serenos para que sea el niño el que supere la dificultad.
Muchos padres tienden a evitar al niño las dificultades que se le presentan en la vida para que no se angustie y esta actitud es muy perjudicial ya que creamos niños dependientes e infelices que esperan que los adultos les resuelvan cualquier acción que entrañe complicación.
5º.-Los niños aprenden por imitación y por eso los padres son el ejemplo a seguir. Hay que hablarle despacio, pronunciando con exactitud la palabra y usándola correctamente. Muchas veces hablamos a los niños muy deprisa y atropelladamente y los niños tratan de imitarnos pero sin haber adquirido la fluidez necesaria.
6º.- No se les debe corregir la dicción, si no lo han dicho correctamente, solo repetir lo que nos quiere decir pero sin hacer hincapié en la palabra atascada. Tampoco dar recomendaciones como ”respira”, “ve despacio” , “toma aire”… porque lo único que conseguimos es ponerle más nervioso y aumentar la dificultad.
7º.-Hay que evitar las comparaciones con otros niños porque cada niño es único y diferente. Hay que respetar su propio ritmo y estrategias para superar las dificultades que se le presentan.
Normalmente la tartamudez desaparece cuando crece pero hay en otros que persiste y es entonces cuando hay que consultar con un profesional. El logopeda o psicólogo puede ayudarle mucho , no lo dejéis pues puede aumentar y convertirse en crónico.